El hipertexto es una de las formas de comunicación más importantes del siglo XVI. Se trata de un texto en donde todo está vinculado, para ofrecer una mejor comprehension de las temáticas tratadas.
Sin embargo, el formato ha generado muchas controversias. En principio se trata de una libre asociación de ideas, pero sus opositores le debaten esto porque la libre asociación de ideas tiene que ser hecha por el lector, y un hipertexto, al ser organizado de una manera tan meticulosamente planeada, puede bloquear el flujo de dichas ideas.
Otra característica que se ha utilizado a la hora de debatir en contra del hipertexto, es cómo su contenido y su estructura son ajustados a la forma y a la técnica que implica su creación. En ese sentido, el hipertexto sirve como síntesis de las millones de ideas que fueron consultadas para poder llegar a su creación. Es decir, es imposible incluír todo en un hipertexto. Se debe ser selectivo para mantener el rítmo a la hora de leer el hipertexto.
También se la ha asociado al hipertexto una falta de autoridad que sea quien conduzca al lector a la hora de leerlo. De tal manera que Guggi, a quien el autor cita, dice lo siguiente:
Esto podría ser debatable dado que un buen hipertexto no es una simple corriente de ideas que sumergen al lector en un vacío profundo y sin fin; un buen hipetexto debe funcionar como un ensayo, es decir, con fragmentos independientes que, sin importar el orden en que se consulten, sirvan para complementar, ejemplificar, condensar e inclusive magnificar la tésis planteada por el autor, sea cual sea. Es ahí que entran las funciones descritas por el autor en el segundo documento:
a) Orientación. Un buen hipertexto tiene sus elementos principales bien planteados e ubicados. Tanto el texto principal como los vínculos complementarios deben estar organizados de tal manera que el documento principal no se pierda en ningún momento, ni en sentido ni en contenido. A veces estas ubicaciones se pueden plantear desde el principio sin interrumpir el curso de la lectura, pero en otras ocasiones, estarán sujetas a constantes modificaciones.
b) Navegación. La navegación debe ser facilitada de tal manera que el lector pueda ir a los contenidos y a los vínculos sin perder la pista de ninguno de los dos factores, podiendo así realizar una lectura efectiva y completa.
c) Puntos de inicio. Como ya se dijo, debe haber una especie de ‘norte’ que guie al lector durante el proceso de navegación. Tiene que haber un punto central alrededor del cual funcione todo lo demás. A partir de ahí, todo lo complementario podrá ser leído en el orden que le apetezca al usuario sin alterar el significado general del hipertexto.
d) Puntos de salida. Sin embargo, el texto debe ser abierto. No se puede quedar dentro de sus propios confines y por ende es esencial complementar lo planteado con vínculos externos que sean fáciles de úbicar. Sin embargo, estos puntos de salida deben ser colocados en lugares pertinentes, para que realmente puedan servir prar completar lo planteado en el hipertexto.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos afirmar que un hipertexto si puede ser un documento sólido a la hora de dialogar con él como lectores, pues su principio fundamental es la organización, y un buen hipertexto genera una asociación de ideas, que aunque puedan parecer dispersas, parten del mismo orden.
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